Canino es una
película desconcertante hasta límites insospechados. El planteamiento nos habla
de las familias que ejercen una especial sobreprotección sobre sus hijos.
El
experimento es llevado al extremo: Una familia vive en un chalet alejado de la
ciudad y cría as sus hijos aislados para salvarlos de la malvada sociedad. La
ciudad está llena de peligros, tentaciones, drogas, corrupción, infomación,
internet… Todo es malo y necesitan proteger a sus hijos de todo lo ajeno. El teléfono no es bueno, porque sirve para
hablar con el resto del mundo, por lo que para sus hijos la palabra “teléfono”
significa “salero”, algo más inofensivo. Las películas tampoco son buenas,
porque tienen un mensaje y una reflexión, así que las únicas películas que se
ven en casa son las películas caseras. Los
niños se van haciendo adultos, tienen inquietudes y quieren salir fuera de su
casa, así que los padres tienen que dar un buen motivo para no hacerlo: no
pueden salir hasta que no se les caigan los dientes caninos.
Esta es una
de mis películas favoritas. Cuando la vi hace 4 o 5 años me dejó trastocado
durante varias semanas. No podía dejar
de pensar en los tres hermanos que llamaban “mar” al sofá y tenían miedo de los
depredadores que estaban al otro lado de los muros. La peli rompe los esquemas
de la sociedad para enseñarnos una parte enferma de ésta. Con su siguiente
película, Alps, el director griego Yorgos Lanthimos sigue
sorprendiendo, pero sin la autenticidad de Canino. Incluiría
a Canino dentro de mi Top Ten de películas imprescindibles.
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